MASTERCLASS TÉCNICA VOCAL: RITMO
La gente NO debería hacer un esfuerzo por entenderte.
Hazles un favor.
Aunque, el favor deberías hacértelo a ti el primero, y dejar de justificarte:
“Es que si me callo, me interrumpen cada dos por tres.”
“Si voy despacio, van a creer que no sé.”
“Y si paro, pierdo el hilo.”
Tengo una buena noticia. Hablar más lento, tampoco es la solución.
Porque entonces parece que lo que dices, simplemente, te da igual, o lo que es peor, que ni tú mismo te lo crees.
Pero seamos realistas.
Hablar rápido en infinitamente más común que hablar lento.
Lo sé porque lo escucho a diario, en personas que me piden ayuda y también en mis propios alumnos.
El porcentaje de personas que habla rápido y desearía no hacerlo es brutal y muy real. Lo pasan mal.
La verdad es que hablar rápido no es más que una forma de protegerte para esconder los nervios y de huir de conversaciones o situaciones difíciles.
Pero lo que ocurre es justo lo contrario.
Cuando corres al hablar, no demuestras seguridad, demuestras prisa. Y la prisa suena a miedo. Miedo a no gustar o a no convencer. Y cuando hablas desde el miedo, tu voz no transmite tu valor.
Distrae y confunde.
Debe ser frustrante acabar de hablar y que te suelten:
—¿Cómo has dicho?
—¿Puedes repetirlo?
—Perdona, no te sigo.
Aunque tienes suerte, han sido bastante educados.
Seguramente en casa, los tuyos, te dicen cosas más bien de este estilo:
—Es que no sé por dónde cogerte…
—Oye por favor aprende a hablar, que hablas fatal…
—Quítate lo que tienes en la boca, que no te entiendo.
Bueno, y si ahora dices que nunca te lo han dicho… CUIDADO.
Puede que no sea porque no te pase. Puede que hace un buen rato se hayan desconectado. O puede que no hables rápido pero, si lineal.
Imagínate que estás en medio de una reunión en la que hay muchas cosas en juego.
Empiezas. Todos te miran.
Ves caras de interés, algunos abren la libreta y empiezan a tomar notas.
Todo parece ir bien… hasta que notas algo.
Uno cierra la libreta.
Otro se recuesta en la silla.
Alguien mira el móvil.
Ya no están. Te oyen, sí. Pero ya no te escuchan.
Y eso, en comunicación, es el principio del fin.
Porque cuando una comunicación es confusa, el cerebro se esfuerza por entender, y retiene menos. Cuando retiene menos, se pierde y no recuerda tu mensaje. Y si no recuerda tu mensaje… una mente confusa, no compra.
Porque sí, te estas vendiendo todo el rato, a todas horas, cada día. No solo vendes tus servicios, o tus productos. Te estás vendiendo cada vez que quieres obtener algo en tu vida, ya sea un mejor trabajo, más oportunidades de negocio, ahorrar en los suministros de tu hogar, tener mejores relaciones, o la mejor educación para tus hijos.
Honestamente, creé esta masterclass porque he visto demasiada gente con mucho talento, con una voz que no estaba a la altura de su mensaje.
Que no les representaba.
Y eso no podía seguir viéndolo.
Existe la idea equivocada de que entrenar la voz sea solo exclusivo para profesionales de la voz: cantantes, actores, presentadores de TV o locutores de radio.
Y eso no es cierto.
Encontrar tu ritmo al hablar es la base en la que toda voz debería apoyarse, para que luego la gente pueda decirte cosas como:
—Oye, qué interesante, qué bien lo cuentas.
—Qué agradable es escucharte, podría estar horas y horas y no me canso.
Quizás sea momento de empezar a probar algo diferente, para que nadie tenga que hacer el esfuerzo de entenderte. Algo nuevo para ti, pero que ya ha funcionado con cientos de personas que hablaban demasiado rápido, sin ritmo o sin claridad,
y que hoy comunican con calma, presencia y una voz que realmente las representa.
Y para que ese momento llegue,
esto es lo que te voy a entregar y vas a encontrar dentro de la formación:
Descubres que hablas rápido no por lo que creías. Y eso cambia todo. No hay nada peor que castigarte por hablar como hablas.
Porque solemos pensar que tenemos un defecto, o que es un rasgo de nuestro carácter. Que “yo soy así”, o que esto ya no se puede cambiar, que viene de serie.
Y en realidad no es así.
Has aprendido a hablar así, a lo largo de los años, imitando, adaptándote, sobreviviendo.
Cuando entiendes la raíz de todo, dejas de juzgarte y puedes empezar a practicar desde otro lugar: sin culpa, con calma y con consciencia.
Vas a aprender una rutina de seis ejercicios muy sencillos para que empieces el día con una voz despierta, viva y con energía.
Nada de sonar con la voz tomada, nasal, ronca o con carraspera.
Ni de sentir esa rigidez o esa voz a medio gas que aparece por la mañana.
Tu voz suena clara, natural y sin esfuerzo desde el primer momento, y se mantiene igual hasta el final del día: sin ronquera, sin fatiga, sin desgastarte.
¿En la práctica?
Llegas a tus reuniones o clases con la voz lista, suelta y presente.
Te sientes seguro desde la primera palabra, proyectas energía y logras mantener el interés de los demás sin forzarte.
Te entrego una biblia de vocalización que te ahorra horas de búsqueda y práctica sin rumbo.
Te libera tiempo y te da claridad.
Aquí lo tienes todo condensado en ejercicios directos que van al
aquí lo tienes todo condensado en ejercicios directos que van al grano, diseñados para resolver los problemas de dicción más comunes.
¿En qué te ayuda realmente?
Dejas de sonar confuso o poco profesional al teléfono, en una videollamada o al grabar tus vídeos.
Tu discurso se vuelve más limpio, más ágil y mucho más fácil de seguir.
Y lo mejor: te das cuenta de que tener una voz despierta cambia también tu actitud.
Aquí aprendes por fin cómo hablar con ritmo.
A usar las pausas, los silencios y el énfasis para que tu mensaje respire y llegue.
Y lo aprendes no en teoría, sino de alguien que lleva años delante de un micro, prestando su voz a la TV y al cine.
Trabajamos con textos reales —entrevistas, podcasts, reels, elevator pitch— para que lo lleves a tu terreno y aprendas a sonar con calma, intención y presencia.
¿Qué cambia en ti?
Dejas de atropellarte o sonar plano cuando hablas en público.
Empiezas a hablar con autoridad, sin perder naturalidad, y consigues que la gente conecte contigo y te recuerde.
Te desvelo los dos errores que más se cometen al hablar… y que tú ya no vas a volver a hacer.
Uno te hace sonar entrecortado. El otro, como si no creyeras lo que dices.
Cuando los reconoces y los corriges, tu voz cambia al instante: suena firme, clara y con intención.
¿El efecto?
Tu discurso gana coherencia y fuerza.
Tus ideas llegan completas, sin titubeos, y los demás perciben seguridad y convicción en ti.
Y además, te incluyo dos extras exclusivos:
Extra 1 – Ahora vas a desenredar las palabras a un nivel más avanzado.
Pensado para quienes no quieren que se les resista ninguna palabra.
Aprendes a coordinar pensamiento y voz para que tu mente y tu boca vayan al mismo ritmo.
Tu discurso se vuelve ágil, fluido y preciso.
¿En qué lo notas?
En que ya no te bloqueas cuando improvisas o te hacen una pregunta inesperada.
Respondes con soltura, sin trabarte, y proyectas una imagen de dominio total.
Extra 2 – Despídete de las “cole-mule”-tillas.
Aquí aprendes a hablar sin esas interferencias que ensucian tu mensaje.
Sin los “eh…”, los “vale…”, los “o sea…” o esos alargamientos que distraen y le quitan fuerza a lo que dices.
Tu discurso se limpia, se vuelve más claro y directo.
¿Qué consigues con eso?
Que la gente te escuche con respeto.
Tu mensaje suena profesional, convincente y sin esfuerzo.
Y tú hablas con naturalidad, sin parecer robótico ni ensayado.
Un total de 6 vídeos con sus transcripciones completas en PDF.
Duración exacta: 1 hora, 26 minutos y 51 segundos.
Y acceso para siempre.
¿Crees que es rentable?
Encontrar tu propio ritmo no es por estética, ni un capricho, es para que te tengan en cuenta de una vez por todas cuando hables.
Para dejar de sentirte invisible cada vez que abres la boca…
y empezar a comunicarte como alguien que sabe quién es.
Preguntas que suelen hacerme (y que quizá tú también te estás haciendo)
¿Y si no hablo rápido? ¿También me servirá?
Sí. Porque hablar con ritmo no va solo de velocidad.
Va de intención, de pausas, de energía.
Hay gente que no corre al hablar, pero suena apagada, plana o sin presencia.
Aquí vas a aprender a sonar con calma y sin perder fuerza.
¿Necesito tener buena voz o experiencia previa?
Para nada.
Esta formación no es para locutores ni cantantes.
Es para personas que usan su voz todos los días: en el trabajo, con clientes, en casa.
Si hablas, ya tienes todo lo que necesitas.
¿Cuánto tiempo necesito para notar resultados?
Desde el primer día.
No es una frase bonita: los ejercicios están diseñados para que notes el cambio en el momento en que empieces a practicar.
Otra cosa es que luego no practiques.
Pero la primera vez que hagas la rutina, lo vas a notar.
¿Qué pasa si no me gusta o no le saco partido?
Nada. No pasa nada.
No hay devoluciones.
Si no te gusta, no te gusta.
Pero lo normal es que cuando alguien aplica lo que aprende aquí, ya no vuelva a hablar igual.
¿Puedo hacerla a mi ritmo? ¿O tengo un plazo?
A tu ritmo.
Una vez la compras, es tuya para siempre.
Puedes verla diez veces si quieres, o volver a ella cada vez que necesites ajustar algo.
¿Por qué debería pensar que contigo aprenderé de ritmo?
Llevo años haciendo esto. Es una metodología propia que he ido perfeccionando con el tiempo y con cada persona a la que he acompañado.
Tengo un oído muy crítico y entrenado, es mi oficio, y la verdad es que mis clientes me dicen que no se me escapa nada.
Y sí, puede ser agotador que te corrija cada dos por tres, pero te aseguro y garantizo que mis alumnos me lo agradecen por los resultados increíbles que obtienen.
He trabajado con profesionales que hoy comunican con presencia, energía y calma, y todos empezaron igual: hablando demasiado rápido o sin ritmo alguno.
He visto cómo cambia la vida de la gente cuando cambia su voz.
Mis clientes han transformado su voz potenciando cada aspecto de sus cualidades y en esta masterclass aprenderás sobre ritmo, que es el mejor inicio posible para que reeduques tu voz.
Y a partir de ahí tú decides si sigues aprendiendo más, pues con la voz, como con cualquier tema, siempre hay margen y no hay techo.
A no ser que te lo pongas tú.
¿Cuál es el precio?
250 €. Precio final. Sin letra pequeña, ni impuestos añadidos, ni sorpresas.
Ahora, no estás pagando por una hora de vídeos.
Estás pagando por ahorrarte años de ensayo y error, por recuperar el control de tu voz y por dejar de perder oportunidades cada vez que hablas.
Y eso, sinceramente, no tiene precio.
Y si crees que no vas a sacarle partido a esta formación… no la compres. De verdad.
Pero luego no digas que la gente no te entiende, que no te escuchan o que tus mensajes no llegan.
Porque en la mayoría de los casos, no falla lo que dices, sino con el ritmo al que lo dices.
Pd: El 11 de noviembre la retiro. A medianoche.